El día 15 de noviembre visitamos esta granja escuela que se encuentra en pleno corazón de la sierra de Córdoba. Es uno de los parajes de nuestro entorno que no han sido modificados a penas por las personas por lo que es un espacio casi virgen que nos permite imaginar cómo era a través de los tiempos.
El recibimiento fue simpático y acogedor muy adecuado a estas edades. Nos acompañaron en primer lugar a hacer pipí que es un asunto importante, después colocamos nuestras mochilas en una estupenda cabaña que tienen preparada para ello en la explanada de entrada y finalmente nos dispusimos a desayunar en grandes mesas un zumo y pan con aceite para reponernos del viaje.
Una vez resueltos la formación y organización de grupos con sus respectivas etiquetas de identificación y presentación de monitores/as, empezó de lleno la aventura.
Nos dirigimos por senderos algunos abovedados con chaparros, lentiscos, madroños, pinos… a visitar la casa del Mago Merlín donde degustamos frutos de otoño.
De salida nos dirigimos a un claro del bosque en el que estaban dispuestos en círculos unos troncos para sentarse, era el lugar de las reuniones y las deliberaciones. Allí recibimos una carta de los nomos del bosque. ¡Nos quedamos asombrados¡
De salida nos dirigimos a un claro del bosque en el que estaban dispuestos en círculos unos troncos para sentarse, era el lugar de las reuniones y las deliberaciones. Allí recibimos una carta de los nomos del bosque. ¡Nos quedamos asombrados¡
Pues nos invitaban a ir a su poblado y visitar sus casa en el interior de los árboles. Todos/as estuvimos de acuerdo en acercarnos por allí para visitarlos.
El camino ya era precioso rodeados de naturaleza en tonos de diversos verdes y algunas manchas de ocres y marrones (pues nuestra sierra está poblada en su mayor parte de árboles de hoja perenne) llegamos a un espacio recogido en el que encontramos ¿una aldea de nomos?, con sus huertos, casas, parques, columpios… y en los arboles descubrimos las habitaciones de las familias nomas daban ganas de tomar una pócima y empequeñecer hasta convertirnos en nomos y entrar a su salón y acostarnos en su cama. No encontramos a los nomos allí pues habían dejado una nota informando que habían salido a ayudar a un animal herido.
Quedamos en volver en otro momento a ver si teníamos la suerte de verlos/as.
Llegó la hora de ir a visitar y dar de comer a los animales pues ¡que sería de una granja sin animales¡ estaban en un recinto hecho de madera muy apropiado, allí estaban las gallinas, los conejos, el burro, la cabra… los animales domésticos que casi siempre están en nuestras granjas.
Con tanta aventura y trabajo se nos abrió el apetito y nos preparamos para el almuerzo. Junto al porche de la casa, rodeados de árboles y al solecito, nos habían preparado unas mesas con sus vasos y cubiertos de colores y nos sirvieron una bandeja con unos macarrones con tomate para chuparse los dedos, unos palitos de pollo con ensalada, de rechupete y un petit suisse. Dimos buena cuenta de todo y prácticamente toda la pandilla comió como leones.
Ya saciada el hambre, estábamos de nuevo dispuestos/as a seguir descubriendo los misterios que esta granja en esta preciosa sierra esconde. Nos dirigimos al taller de artesanía donde nos hicimos unas preciosas coronas con hojas de otoño.
También visitamos el huerto que tenía un gran espantapájaros para que los pájaros no se comieran lo sembrado.
Finalmente jugamos a pintarnos las caras, qué bien lo pasamos.
Juntos/as y en filas nos subimos a los autobuses para volver a casa, donde nuestras familias estaban esperándonos.
¡Ha sido un día completo, lleno de alegrías e ilusiones!